Un adagio popular dice el que nunca ha tenido y llega a tener loco se quiere volver.
Esto sucede con la fama, la fama
como tal no es malo, lo malo es cuando dejamos que la fama dañe nuestra manera
de pensar y altere nuestro buen comportamiento.
Hay quienes tienen fama por ser emprendedores
y luchadores otros tienen fama por ser negligentes y perezas.
Muchas personas cuando reciben
poder y gran reconocimiento su corazón se daña. Este fue el caso de Joram el
hijo de Josafat. V 4 “Fue elevado,
pues, Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mató a espada a
todos sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel.”
Cuando una persona deja el poder o
la fama se les salga de control no para de hacer maldad. V 6 “Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo
la casa de Acab; porque tenía por mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo ante
los ojos de Jehová.”
La fama mal llevada es más
peligrosa que cualquier droga alucinógena. Altera nuestra forma de ser.
Cuando la fama se sale de control
causa muerte a quien la posee y a todos quienes están a su lado. V 14-15 “he aquí Jehová herirá a tu pueblo de una gran plaga, y
a tus hijos y a tus mujeres, y a todo cuanto tienes; 21:15 Y a ti con muchas
enfermedades, con enfermedad de tus intestinos, hasta que se te salgan a causa
de tu persistente enfermedad.”
El ser humano es un ser insaciable
que por lo general siempre quiere más y más. Entre más tiene más quiere.
La fama no es más que el
reconocimiento de lo que hacemos sea bueno o malo. Por lo tanto, es inevitable
que alguien producto de su trabajo se haga famoso. Jesucristo no está en contra
de la fama el mismo nos promete darnos reconocimiento. Deuteronomio 26: 19 “a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo,
para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios,
como él ha dicho”
Como evitar que la Fama se nos Salga de Control.
1. Pidiendo a Dios Dominio Propio.
2 Timoteo 1: 7 “Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” tener la
capacidad de dominar nuestras emociones.
2. Teniendo buenos tiempos de
intimidad con Dios a través de la Oración. Jesús era famoso pero la oración lo
mantenía equilibrado. Lucas 5: 15 – 16 “Pero
su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que
les sanase de sus enfermedades. 5:16 Mas él se apartaba a lugares
desiertos, y oraba” no importa cuán importante sea tu trabajo siempre deja un
espacio para Dios que es quien te dio la fama.
3. Siendo humilde. La verdadera
exaltación proviene de la humildad. Salmos 147: 6 “Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos
hasta la tierra.” La humildad nos lleva a servir. Para Jesucristo lo
principal en cualquier persona de liderazgo era el servicio. Marcos 10: 45 “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
4. No creyéndose más que los demás.
Romanos 12: 3 “Digo, pues, por la
gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más
alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” El creernos más que los demás nos
lleva ofender y a dañar.
5. Acordándonos de donde nos
rescató Dios. Deuteronomio 7: 7 “No
por ser vosotros más que todos los pueblos os han querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos;” cuando
nos olvidamos del lugar o de la condición de donde nos sacó Dios señalamos a
quienes todavía están en esa condición.
6. Acordándonos que todo lo que tenemos es de Dios. Deuteronomio
8: 17-18 “y digas en tu corazón:
Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 8:18 Sino
acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,
a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.” Saber que
todo lo que tenemos proviene de Dios hace que nunca nos alejemos de él.
7. Siendo agradecidos con Dios y
con las personas que contribuyeron para nuestra fama. Colosenses 3: 15 “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la
que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” El
agradecimiento nos evita que nuestro corazón se llene de Orgullo.