sábado, 17 de octubre de 2020

1 crónicas 17. No Hables por Dios.

 

El sueño más grande que tenía el Rey David era construir un templo para Jehová. V 1 “Aconteció que, morando David en su casa, dijo David al profeta Natán: He aquí yo habito en casa de cedro, y el arca del pacto de Jehová debajo de cortinas. 

El profeta Natán Quería hacer sentir bien a David. V 2 “Y Natán dijo a David: Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo. 

Muchas veces en nuestro afán de hacer sentir bien a los demás decimos cosas que Dios ni otras personas han dicho, solo son palabras lanzadas por nuestra emoción. 

Lógicamente en esta ocasión el profeta Natán queda mal con su afirmación ya que Jehová lo llama y le da la orden que le hable a David lo que realmente Dios quiere. 3-4 “En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habité 

En todo este capítulo Jehová le da una serie de argumentos a David para explicarle por qué él no es el elegido para construir el Templo esto habla del gran amor de Dios ya que él no necesitaba darle explicaciones, pero lo hizo. 

Porque Hablamos por Dios. 

1. Nos dejamos Llevar por las Emociones. Jeremías 17: 9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” la gran mayoría del cristianismo se mueve de manera emocional, en momentos de histeria colectiva muchos siervos de Dios empiezan a proferir promesas de parte de Dios que están en la biblia pero que para que se hagan realidad tienen que cumplir con unos parámetros de obediencia. 

2. Hablamos de parte de Dios solo lo que a la gente le gusta escuchar. 2 Timoteo 4: 3 “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,” muchos siervos de Dios aprovechan las circunstancias que puedan estar pasando algunas personas para hablarles lo que ellos quieren oír. 

3. Querer Fama para Nosotros. Hay muchos siervos de Dios que predican por amor a Cristo y a su evangelio, pero otros tan solo lo hacen para beneficio propio. Filipenses 1: 15-17 “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. 

Predicar el evangelio tan solo por ganar popularidad nos lleva a cometer varios errores que muchos las llaman estrategias. 

3.1. Aplican la Ley de la Probabilidad. Es natural que en un grupo numeroso de personas en un estadio o coliseo se encuentre entre el público alguien que tenga alguna dolencia de alguno de los miembros del cuerpo. Por lo tanto, empezar a Declarar palabras como: el señor me dice que alguien le duele la cabeza, que alguien le duele una pierna. Etc. es muy acertado para estos siervos del señor. 

3.2. Se Juega con las Emociones de las personas. Algunos consideran que prometerle cosas de parte de Dios a alguien que está en una situación vulnerable por su condición emocional por la angustia o por la alegría es muy efectivo. 

Cualquiera de estas prácticas tiene un efecto positivo en cuanto a recibir milagros porque de alguna manera se obliga a la persona a activar su fe. Lo malo es que muchos se dan la gloria a sí mismo y no a la fe de la persona ni mucho menos al poder de Dios. 

4. Desconocimiento de Dios, cuando no conocemos lo suficiente a Dios o a cualquier otra persona la comprometemos y hablamos por ellos sin saber exactamente si eso es lo que ellos piensan. Jeremías 9: 23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. 

Por muy buenos cristianos que seamos y por muy comprometidos que seamos no podemos hablar de parte de Dios para comprometerlo en cosas que él no ha dicho y si lo ha dicho no sabemos si en realidad esa palabra es para esa persona a quien le estamos hablando.